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De acuerdo con el Departamento de Entomología de la Universidad Penn State, las termitas subterráneas son insectos sociales que viven en colonias dentro del suelo en castas. Uno de estos grupos hace referencia a las obreras, que son de color crema-blancuzco, se comen la madera y también alimentan a los soldados; a las reproductoras secundarias y al rey y la reina (las otras castas), causando serios daños estructurales a la madera de edificios y construcciones en general.
Algunos estudios las consideran como los insectos más destructivos en el mundo. Solo en los Estados Unidos, se gastan al año billones de dólares anuales en el manejo de termitas.
Lo peor de todo es que sobreviven por más de cinco años y cuando sus estragos se hacen evidentes, suele ser muy tarde y las consecuencias son resultado de años de infestación. Las constructoras e inmobiliarias que desarrollan proyectos con termitas subterráneas asumen riesgos que pueden perjudicarlas seriamente. Existen muchos casos en Chile cómo por ejemplo las termitas que invadieron el condominio alcazares del bosque afectando a 120 familias:
Actualmente, sabemos que es posible reducir el riesgo de infestaciones de estos insectos realizando un estudio de suelos que les permita a constructoras e inmobiliarias identificar este tipo de problemática e implementar los planes de control necesarios para eliminarla y mantenerla a raya en el tiempo.
De no hacerlo y desarrollar los trabajos en terrenos con termitas subterraneas, constructoras e inmobiliarias asumen el riesgo, en el mediano y largo plazo, de que los insectos ataquen las estructuras de madera y otros elementos en el mismo material (como los guardapolvos, marcos de puertas, etc.) de sus edificaciones. Esto, más allá de su posible colapso, supone varias consecuencias negativas:
Pérdidas económicas: si los propietarios afectados por la infestación de termitas demandan a los constructores y/o vendedores dentro del período de responsabilidad contractual, es posible que el tribunal falle a favor de ellos y se vean obligadas a responder por la reparación de los daños materiales y morales causados por los insectos. Esto, por supuesto, supone gastos adicionales que afectan la utilidad del negocio. De hecho, las sanciones pueden llegar a ser millonarias.
Daño a la imagen y reputación: las constructoras e inmobiliarias con líos judiciales por fallas en la construcción tienen altas posibilidades de adquirir mala fama, pues el boca a boca entre ciudadanos corre bastante rápido y es posible que los medios de comunicación cubran la noticia. Es así como, para que una empresa de estas sea mal calificada por clientes y clientes potenciales, no es necesaria la demanda, basta con que un grupo de personas empiecen a quejarse en redes sociales y otras plataformas web. Lo anterior es muy perjudicial ya que, como todos sabemos, los daños a la imagen son difíciles de reparar y toma mucho tiempo para que los clientes vuelvan a confiar en la marca.
En todo caso, lo cierto es que las constructoras e inmobiliarias pueden evitarse el riesgo de construir con termitas subterráneas realizando un sencillo análisis de suelos, orientado a la identificación de plagas en el terreno objetivo como en las áreas aledañas antes de iniciar la obra. Además, se deben implementar los planes de detección, eliminación y control correspondientes para garantizar a los clientes edificaciones libres de esta plaga.
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