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Entrevistamos esta semana a Sergio Rojo, arquitecto riojano que acaba de terminar una reforma en un edificio del centro de Logroño que poseía una estructura de madera infestada de carcoma.
Con este trabajo, Sergio reconoce que se enfrentó a dos grandes retos: “contribuir a la densificación del centro histórico de la ciudad y recuperar la estructura de madera centenaria haciéndola portante con los requerimientos de la normativa actual”.
Rojo nos contó que en estos casos la vía fácil es caer en la tentación de prescribir un derribo masivo de la madera centenaria pero él aboga por mantenerla. Piensa que si se establece un buen método y se respeta durante la fase de ejecución, la madera original puede ofrecernos prestaciones inesperadas y resultados comparables al de estructuras nuevas.
Estuvimos charlando con él sobre su trabajo y su contacto con el mundo de las plagas a través de él y esto fue lo que nos contó:
Acabé la carrera en la ETSA de Valladolid, en 2001. El programa Erasmus me llevó un año a Toulouse. Gracias a mi estancia conocí más de cerca la obra de Le Corbusier y desperté además un gran interés por figuras como Portzamparc, Nouvel, Perrault o Prouvé.
Al finalizar los estudios me instalé en Madrid; necesitaba completar mi formación ejerciendo la práctica profesional en un entorno de complejidad cosmopolita.
Finalmente, en el 2005 inicié una nueva andadura profesional abriendo mi propio estudio en Logroño, mi ciudad de origen. Actualmente trabajamos en un estudio pequeño, pero en constante crecimiento.
Nuestra oficina es flexible y ágil a la vez, con capacidad suficiente para trabajar en una amplia diversidad de escalas.
He tenido la suerte de haber trabajado en varios géneros y escalas de la arquitectura. Proyectos de nueva planta, rehabilitación o interiorismo. Sin importar el tamaño o la escala de la intervención, en todos he puesto el mismo interés y empeño. Podría decantarme por alguna propuesta de concurso que gané u otras que en conclusión no llegaron al final. Podría rescatar también algún proyecto hecho en la Escuela. O incluso podría escudarme en aquella más grande o la que más presupuesto ha requerido. Pero no es así, absolutamente en todas hay algo que me identifica o de la que me siento satisfecho. Es difícil la respuesta.
La obra de Marqués de Vallejo me enfrentó a dos retos para los que me sentía especialmente preparado.
En primer lugar, el reto de poder contribuir a la densificación del centro histórico. La ciudad en sí misma es como un tablero de juego y en cada emplazamiento estudio qué aporta el sitio a la intervención, y recíprocamente qué aporta la intervención al sitio. Investigar sobre las repercusiones de cada proyecto a escala urbana, podría decir, es una invariante que está presente en todos mis proyectos.
El segundo reto, fue técnico: Suponía recuperar una estructura de madera centenaria y hacerla portante con los requerimientos de la normativa actual. Trabajar con madera aserrada hoy en día es como transitar por la periferia de la normativa, aunque vale la pena el esfuerzo.
La mayor parte de las patologías en la estructura de madera se detectaron a simple vista. En general, la primera crujía, la más cercana a la fachada, es la que tiene mejores condiciones de ventilación y soleamiento, y siempre es la que está más seca. En esta zona es habitual encontrarse con anóbidos, que no necesitan humedad para su desarrollo.
Estas carcomas provocan una reducción de la sección útil del elemento estructural. Las crujías interiores, sin embargo, son las que han alojado tradicionalmente las zonas húmedas y es allí donde los hongos xilófagos producen más daño. La experiencia es un grado y puede ayudarte a la valoración general del estado de la estructura en una primera inspección visual detallada.
Como ya he dicho antes, la experiencia en la intervención de trabajos de este tipo es algo que ayuda a realizar un diagnóstico del estado global de la estructura, y a tomar mejores decisiones. Pero para poder recuperar estas estructuras se necesitan datos empíricos.
En particular, es fundamental saber exactamente cuál es la perdida de sección en cada elemento que provocan las carcomas y algo especialmente delicado es saber si hay elementos con ataque de plaga en el duramen. Esto es crítico ya que éste ataque no se detecta a simple vista.
Para la obtención de todos estos datos, que son imprescindibles, he contado siempre con Rentokil, que es una empresa con una amplia experiencia en este campo. Están certificados por el sello CIDEMCO, y elaboran informes sobre la identificación de los agentes que causan los daños, detectan la reducción de la sección útil de la estructura y te acompañan durante el diseño de los métodos de tratamiento.
Asimismo clasifican cada elemento estructural, ya sea pilar, durmiente, jácena o vigueta, identificando aquellos que no son recuperables.
El diagnóstico elaborado por Rentokil era muy claro. Se encontró carcoma común de forma generalizada y hongos xilófagos tanto en los durmientes de vanos embebidos en fachada como en los elementos estructurales del patio de luces.
Los durmientes se renovaron por completo y como el avance de los hongos de pudrición en zonas húmedas era considerable, se prescribió la renovación de la estructura en la zona del patio de luces. Toda la estructura restante, correspondiente a las crujías que acompañan a la fachada principal fueron tratadas según el tratamiento prescrito por Rentokil.
En primer lugar se limpió toda la estructura con azuela. Este procedimiento, si la obra en particular es factible y se puede, es mejor realizarlo con chorro de arena, ya que de esta forma el tratamiento superficial es más homogéneo y satinado. Después y conforme a la clase de uso asignada, se dictaminó que el nivel de protección a aplicar debía ser total para llegar así a la albura. Se colocaron válvulas al tresbolillo a una distancia aproximada de 30 cm. en todo el maderamen.
A través de esas válvulas se garantiza la penetración total del producto fungicida en toda la sección mediante inyección a presión a través de las válvulas. Posteriormente se pulverizan las superficies accesibles de las piezas con producto protector para terminar con la aplicación final del lásur a poro abierto, en mi opinión mejor incoloro.
La crisis provocó una mayor demanda de rehabilitación, y esta demanda continúa. Podría decir que encontrarme en situaciones de este tipo no es inhabitual. El protocolo es siempre parecido, aunque cada obra siempre tiene sus singularidades propias.
Mi método consiste en un levantamiento estructural conciso y detallado, dibujando cada vigueta, cada zapata, cada apoyo. Es laborioso al principio, pero luego es muy fácil elaborar un buen mapa de patologías.
El dibujo es sin duda el primer paso para entender bien la realidad construida. En este punto, y con el informe de Rentokil encima de la mesa, se determina qué parte de la estructura va a ser recuperable, y cuál ha de ser renovada.
Dependiendo del uso final de la estructura, se concreta de forma concisa las solicitaciones y las sobrecargas. En determinadas ocasiones esto puede condicionar la prescripción de un tratamiento u otro.
Finalmente, es necesaria una monitorización de la estructura en su estado final. Hoy en día, gracias a la metodología BIM, es más eficiente el intercambio de datos entre los miembros del equipo y se puede elaborar una mejor comparativa entre los posibles estados finales de la estructura. Y para terminar sólo nos queda transmitirle nuestro más sincero agradecimiento a Sergio por confiar en nosotros y por cedernos su tiempo para esta entrevista.