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Nos parecen todas iguales de feas, pero en realidad existen casi 900 especies de garrapatas diferentes. La más conocida por nosotros seguramente sea la garrapata marrón del perro. Si bien cada especie tiene preferencia por un hospedador en particular, la garrapata del perro puede ocasionalmente picar a un ser humano. Así como sucede con los mosquitos, las garrapatas se alimentan de sangre y pueden transmitirle enfermedades a nuestros perros (Babesiosis, Hepatozoonosis, Erlichiosis, etc.) y al ser humano (Enfermedad de Lyme, Fiebre de las Montañas Rocosas).
Al contrario de lo que muchos creen, las garrapatas no son insectos. De hecho, están más emparentadas con las arañas que con los mosquitos. Sí, las garrapatas son arácnidos. La principal diferencia con los insectos es que las garrapatas tienen 4 pares de patas (en lugar de los 3 pares que tienen los mosquitos y otros insectos).
El ciclo de vida de las garrapatas cuenta con 4 fases de desarrollo: huevo, larva, ninfa, y adulto. El proceso de cambio que se produce entre fase y fase se llama metamorfosis, o “muda„. La garrapata del perro es una “garrapata de 3 hospedadores„:
Esto no quiere decir que para completar el ciclo se requieran 3 perros; una garrapata puede completar su ciclo biológico subiendo y bajando del mismo perro. O sea, que en un perro podemos ver garrapatas en diferentes estadios de desarrollo. Sin embargo, es muy probable que las formas juveniles no se puedan observar fácilmente: las larvas miden medio milímetro y las ninfas apenas un poco más de 1 milímetro de largo.
Las hembras pueden poner entre 4.000 y 7.000 huevos. Por eso, unas pocas garrapatas pueden dar lugar a una infestación en muy poco tiempo. Estos huevos suelen ser depositados en grietas y juntas, usualmente cerca del lugar de descanso del perro.
Las larvas pueden vivir en el medio ambiente sin alimentarse por aproximadamente 8 meses, mientras que las ninfas y los adultos pueden hacerlo por hasta 19 meses. Es por esto que se hace tan difícil combatirlas sin realizar un tratamiento ambiental adicional, y apenas terminado el invierno empezamos a ver nuevamente garrapatas sobre nuestro perro a pesar de que estaba “limpio„.
A diferencia de otras garrapatas que tienden a encontrarse en exteriores (jardines, campos, etc), la garrapata marrón del perro suele encontrarse más frecuentemente en el interior de las casas. De hecho, en condiciones favorables es posible verlas caminando por las paredes.
Es importante mencionar que las garrapatas son activas en cuanto la temperatura supera los 7°C. La actividad se incrementa con el aumento de la temperatura ambiental. Por eso es común ver las infestaciones más serias en primavera y verano.
Al igual que los mosquitos, las garrapatas pueden transmitir enfermedades potencialmente mortales a nuestro perro. Entre las más destacadas, se encuentran la Babesiosis y la Hepatozoonosis. Ambas son producidas por parásitos microscópicos que afectan la sangre de los perros. Los perros enfermos pueden presentar anemia, fiebre, letargia, deterioro del estado general, diarreas, y dolor muscular, entre otros signos. En algunos casos, los signos clínicos y la debilidad progresiva conllevan a la muerte del animal. Por suerte, este tipo de enfermedades se pueden prevenir evitando que los perros se infesten con garrapatas.
Sólo el 5% de las garrapatas se encuentran en el animal, el 95% restante se encuentra en el medio ambiente. Es por esto que, para poder tener éxito en el control de las infestaciones por garrapatas, tenemos que actuar tanto sobre el perro como sobre el ambiente:
Control mediante mediante el rociado con insecticidas específicos para el tratamiento contra estos tipos de organismos, por lo general se tienen que hacer en patios, jardines, terrazas. Por ejemplo Los piretroides y neonicotinoides son productos efectivos contra las garrapatas y muy seguros. Los servicios se tienen que realizar quincenalmente hasta que se llegue el control. Tenemos que cortar el ciclo de reproducción. Mantener el pasto de los jardines lo más corto posible y evitar que hayan rajaduras y grietas en paredes y pisos.
Pipetas que contengan piretroides como la Deltametrina o fipronil. Se deben aplicar una vez al mes. Suelen perder eficacia si el perro está en contacto prolongado con el agua.
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