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Siempre que sea posible las actuaciones para controlar la procesionaria han de comenzar en el verano o a principios del otoño, actuaciones estas que han sido ya descritas en artículos anteriores (empleo de trampas con feromonas, uso de cristales de Bacillus thuringiensis, …) y que van a permitir controlar o en el peor de los casos mitigar el efecto dañino de la plaga.
No obstante, si ya estamos bien adentrados en el otoño, existe otro tipo de tratamiento que podemos llevar a cabo, se trata de la denominada “endoterapia”. Estos tratamientos consisten en la realización de taladros en el tronco de la conífera, estos taladros se realizan cada 30 cm aproximadamente en el contorno del tronco y penetran en su interior en torno a unos 8-10 cm, generando así una cámara , esta cámara se llenará de insecticida mediante el acople a la misma de una cánula la cual se conecta por su otro extremo a un dispositivo que por norma general va inyectando un insecticida por presión positiva, lo cual permite que el insecticida rellene la totalidad de la cámara y que paulatinamente vaya siendo incorporado a la savia bruta del árbol y conducido hasta las hojas donde permanecerá activo durante varias semanas incluso meses, de esta forma el insecticida actuará sobre las larvas de insectos que se alimentan de las hojas a la vez que evita los problemas derivados de las intoxicaciones no deseadas, que pueden tener lugar en los tratamientos tradicionales en los que el insecticida está ubicado en la superficie de las acículas, donde puede contactar con cualquier animal que se pose en la misma.
La realización de estos tratamientos en otoño es debido a dos factores fundamentales:
Esta técnica presenta además las ventajas de que no requiere equipos complejos de aplicación capaces de pulverizar insecticida hasta alturas de 5-7 metros ni de sistemas de plataformas elevadoras que permitan acceder a las partes altas de las copas.