No todos los insectos son perjudiciales y por eso me he decidido a escribir sobre unos pequeños insectos muy beneficiosas. Las abejas.
De todos es sabido que las abejas y los humanos han estado estrechamente unidos desde tiempos inmemoriales. Desde los primeros hombres cazadores – recolectores hasta la moderna apicultura industrial de hoy en día. Pero de unos años a esta parte ha surgido una nueva tendencia que se sale del guión conocido hasta el momento. Se denomina “apicultura urbana” y consiste, en esencia, en obtener una pequeña producción de miel artesanal mediante la instalación de colmenas en plena ciudad, aprovechando algunos espacios como terrazas, azoteas y jardines.
La iniciativa parece que comenzó, como tantas cosas en la vida, en algunas ciudades de Estados Unidos, si bien ya se ha trasladado a las principales ciudades del mundo como Londres, Berlín, París, Tokio, etc. Las ciudades españolas tampoco se han quedado atrás, siendo muy conocidas las iniciativas de por ejemplo Barcelona, Córdoba o A Coruña.
Los pioneros de esta nueva práctica en la ciudad fueron inicialmente aficionados a la apicultura y algunos chefs y restauradores que vieron posibilidades de incorporar a sus creaciones culinarias verdadera miel artesanal producida en el propio restaurante u hotel, aprovechando los áticos y los terrenos aledaños. A manera de ejemplos, he podido leer que el famoso hotel Waldorf Astoria de Nueva York tiene sus propias colmenas urbanas y que en los jardines de la mismísima Casa Blanca también se han instalado colmenas para producir miel.
La primera pregunta que nos podemos hacer es si una miel producida en plena ciudad no contendrá demasiados contaminantes. La respuesta es clara y precisa. La miel procedente de colmenas urbanas es de una mayor calidad debido a que en las ciudades se utilizan, paradójicamente, menos productos plaguicidas que en el campo (donde se practica la agricultura intensiva). Las plantas y árboles con flor de las ciudades están menos “contaminadas” por estos agentes químicos y además existe una gran variedad de ejemplares, por lo cual la miel es más sabrosa y de mejor calidad.
Una segunda pregunta que rápidamente se nos viene a la cabeza es si esta práctica de apicultura urbana no entrañará algún riesgo para los ciudadanos de a pie. Defensores de la iniciativa y expertos apicultores coinciden en afirmar que las abejas no son insectos agresivos. Sólo lo son cuando pierden a su reina o ven peligrar la viabilidad de la colmena. Su comportamiento es por tanto más bien defensivo. Sólo hace falta encontrar la ubicación y el espacio correcto para colocar las colmenas con el fin de reducir riesgos.
El aspecto legal de esta nueva tendencia urbana es otro factor a considerar. Hasta hace poco, en muchas ciudades del mundo, estaba expresamente prohibido realizar actividades de apicultura en plena ciudad. A manera de ejemplo, en la ciudad de Nueva York se prohibió esta práctica en 1999 y ahora se fomenta desde las instituciones de la ciudad. Sin embargo, otras muchas ciudades aún mantienen esta prohibición a día de hoy.
La falta de una regulación clara (nacional e internacional) es un factor limitante para que esta actividad despegue definitivamente. En el ámbito nacional, la actividad de apicultura se rige por el RD 209/2002 que expresamente prohíbe colocar colmenas a menos de 400 metros de núcleos urbanos. Obviamente, cuando se redactó el texto no se pensó en que esta actividad pudiera tener cabida en plena ciudad. A veces la sociedad va por delante de las regulaciones y sin duda esto obligará a modificar el texto en un futuro inmediato.
Para concluir quisiera destacar otros “beneficios” que puede tener esta actividad cuando se desarrolla en las grandes ciudades. El primero de ellos es naturalmente favorecer la polinización de jardines y parques, pues es bien sabido que las abejas son grandes polinizadoras. Un segundo aspecto podría ser la creación de nuevas oportunidades de negocio al calor de esta actividad como desarrollo de cursos, apertura de tiendas especializadas en venta de enjambres y equipos, comercialización de miel y derivados artesanales, etc). Finalmente, la instalación de colmenas podría ser también útil para monitorizar distintos indicadores relacionados con la polución ambiental en las ciudades.
FUENTES:
Fair Companies (Cultura Sostenible)
Eco Avant (La actualidad sobre el Medio Ambiente)
Bee Barcelona
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